- APM Terminals invierte casi 5 millones de euros en la renovación de casi 39.000 metros cuadrados de los pavimentos más antiguos de la terminal de contenedores
Cuando alguien hace obras en casa, generalmente no le queda más remedio que convivir un tiempo con los escombros, los muebles arrinconados en una de las habitaciones y con las estrecheces. Pero si las reformas deben hacerse en una instalación cuyo trabajo es continuo, la situación se complica.
La terminal de contenedores de APM Terminals en el Puerto de Algeciras se encuentra embarcada en la mayor renovación de pavimento de su historia. La explanada, construida a partir de 1985 en tres fases y con un total de 67 hectáreas (670.000 metros cuadrados), posee zonas en las que la capa de rodadura ya ha superado con creces su vida útil. La compañía trabaja actualmente en la reconstrucción de unos 25.400 metros cuadrados de pavimento, más 450 metros lineales, aproximadamente, de autovía (el vial que discurre junto a las patas de las grúas portacontenedores), entre las zonas 8A y 8B de la terminal. En 2019 ya se acometió una primera fase sobre otros 13.400 metros cuadrados (zonas 8C y 8D) con una inversión total, entre las dos áreas, cercana a los 5 millones de euros.
“Ejecutar una obra de este calibre requiere mucha planificación. La terminal no para su actividad, los buques portacontenedores siguen llegando desde todas las partes del mundo y deben ser atendidos”, subraya Míriam Mateo, coordinadora de Mantenimiento de Obra Civil en APM Terminals Algeciras. Mateo conoce como la palma de su mano cada rincón de la terminal, incluyendo los baches, grietas y otras imperfecciones que el paso del tiempo y el peso de las cargas han provocado sobre el terreno ganado al mar.
La empresa Carbonell Figueras es la encargada de la renovación. La firma tiene igualmente el pulso tomado al terreno sobre el que trabaja ya que, además de este contrato, es la empresa concesionaria del mantenimiento de la terminal. Los obreros se encargan, por zonas, de la demolición de los pavimentos, la reposición de los servicios del subsuelo (cableados y drenajes) y la construcción de una nueva capa de firme con una base de zahorra reciclada, macadam con cemento y, como terminación, un pavimento de hormigón de alta resistencia con fibra drámix (una especie de pelillos de metal) diseñado para soportar cargas pesadas. Además, el cemento utilizado en la obra es de baja huella en carbono.
Unas treinta personas en dos turnos se afanan en que toda la superficie esté renovada dentro del plazo de ejecución calculado en 14 meses. El fin de obra previsto está marcado para la primavera de 2025. “Todas las instalaciones del subsuelo se están renovando. A menudo, por el crecimiento que tuvo la terminal, aparecen tendidos o restos de vías que no tienen uso. Todo se comprueba y se aprovecha para instalar nuevo cableado y drenaje para las aguas pluviales”, subraya Mateo.
En estas semanas, la plantilla de Carbonell Figueras trabaja sobre una franja de 100 metros lineales por 29 de anchura. La superficie equivale, aproximadamente, a la sala de ventas de un hipermercado. El trasiego de camiones con materiales es constante ya que, a la hora de extender el hormigón, el tiempo apremia. El material llega desde la planta de Dypre, en el Cortijo Real, para garantizar que el producto conserve íntegras sus propiedades antes de ser extendido. Carbonell Figueras prevé que la nueva capa de rodadura tenga una vida útil de 25 a 30 años.
Pero, ¿cómo se esparce el hormigón en una superficie tan extensa? Aquí entra en escena la Gomaco, una curiosa máquina con cierta carga histórica para la terminal algecireña. La Gomaco pertenece a Carbonell Figueras y ya trabajó en el extendido de la capa original de hormigón de la explanada portuaria, parte de la que actualmente se está renovando. “Con esta máquina buscamos que la capa de hormigón sea lo más continua posible”, agrega Francisco Javier Siles, encargado de la obra. De hecho, las juntas de dilatación son los únicos “cortes” que se pueden observar en las zonas ya terminadas.
Hoy actualizada para facilitar la ergonomía de funcionamiento, la Gomaco es similar a un rastrillo gigante de 40 metros de anchura que se mueve sobre raíles. Su apariencia recuerda levemente a las regadoras de los campos agrícolas. La Gomaco extiende el hormigón mediante vibraciones para garantizar el correcto compactado; un paso clave para la futura resistencia y durabilidad de la infraestructura que se verá sometida a fuertes cargas con el apilado de contenedores o el paso de grúas de patio en un constante movimiento en una terminal en la que la actividad no cesa.
- Europasur