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Andalucía necesita mejorar la inversión y los fondos propios para ello

Arturo Coloma Pérez. Gerente CEACOP

Un año más, la Junta de Andalucía se propone aprobar las cuentas para 2025, y un año más constatamos una falta de apuesta decidida por el sector de la obra pública, sector tractor para el crecimiento económico y el empleo en nuestra región. Si bien es cierto que los presupuestos se han incrementado respecto al ejercicio anterior hasta alcanzar los 48.836 M€, en lo que se refiere al capítulo de infraestructuras esta subida se convierte en un recorte al congelar las cifras de inversión lo que supone un ajuste real del 3% a la baja.

Las cuentas se centran en tres focos de consumo de recursos públicos: Educación, Sanidad y Políticas Sociales. Tres pilares básicos fundamentales de la sociedad, que requieren sin duda de estas partidas, pero para hacer posible su impulso estás deben desarrollarse dentro de un territorio que cuente con las adecuadas infraestructuras que cubran sus necesidades y que esté bien comunicado, por lo que invertir en infraestructuras en también invertir en Educación, en Sanidad y en Políticas Sociales. Esta es la parte de la que nuestros dirigentes se olvidan cuando tienen que reformular las cuentas.

Tras analizar con detenimiento la más que compleja documentación que definen los presupuestos, llegamos a la conclusión de que se ha producido una congelación de la inversión en términos reales. La inversión en infraestructuras debe incrementarse anualmente no solo para la construcción de nuevas actuaciones necesarias para la sociedad sino también para poder conservar lo ya construido. Y esto no se puede hacer manteniendo las cifras absolutas y menos teniendo en cuenta que los precios actuales son superiores en un 30% a los previos de la crisis del COVID.

Invertir en infraestructuras no es un gasto sino una inversión: gran parte de lo destinado vuelve a la administración vía tasas, impuestos y tributos. Lo construido queda al servicio de la sociedad y se generan empleos directos e indirectos. Sin embargo, debemos señalar que las inversiones en obras civiles y de edificación no son la totalidad de las presupuestadas ya que suponen solo una parte de los importes, entre el 30 y el 50% del total presupuestado variando según consejerías, debido por una parte a otras tipologías de inversión (actuaciones en el ámbito digital, maquinarias e instalaciones, diversas ayudas a la modernización del campo o la actividad ganadera, etc.).

A esto hay que añadir que nos preocupa la creciente e importante asignación directa de obras a TRAGSA, lo cual repercute muy negativamente para nuestro sector ya que esta adjudicación directa nos deja fuera del potencial mercado en libre concurrencia.

Otro de los puntos que me preocupan es la drástica disminución de las partidas autofinanciadas hasta en un 25%. Conseguir más fondos externos no debería incidir en disminuir las inversiones autofinanciadas que son las que se pueden realizar independientemente de los programas europeos disponibles en cada momento, y que no tienen por qué ajustarse a la totalidad de las necesidades de Andalucía. No me sirve la excusa que nos dan desde la administración de que no hay dinero para actuaciones con fondos propios y que solo se pueden hacer aquellas que encajan con determinado programa europeo, porque esta excusa está haciendo que se deje de conservar nuestras carreteras, por ejemplo. Y lo que me preocupan aún más ¿qué pasará cuando no existan financiaciones adicionales?

Un año más, hacer un llamamiento a la lógica, de que sí nuestro tejido empresarial está compuesto en un 90% por pymes, las actuaciones deben estar diversificadas en inversión y tamaño en función a la realidad de nuestro sector productivo. No se pueden concentrar las inversiones en pocas actuaciones de gran importe, porque entonces nuestras empresas no podrán optar a ellas, y recordemos que son las principales valedoras para la creación de empleo y actividad en nuestro territorio. 

Y como conclusión entendemos que las cifras distan todavía de las adecuadas para poder acometer las numerosas e importantes infraestructuras necesarias para una Andalucía modera y competitiva, que permita el desarrollo de todo su potencial.