- Los resultados electorales de ayer vaticinan un cambio de ciclo político en España. Así lo demuestran la diferencia de 800.000 votos en los ayuntamientos, la recuperación de varias capitales y de seis comunidades autónomas a favor del Partido Popular.
Javier Ayuso
Al final, los resultados de las elecciones municipales y autonómicas han hecho buenas las previsiones de las encuestas (salvo la vergonzosa y continua propaganda del CIS), con el triunfo sin paliativos del PP sobre el PSOE. La diferencia de votos totales entre ambas fuerzas políticas en los ayuntamientos de toda España (más de 800.000 papeletas, frente a 1,6 millones del PSOE en 2019), la recuperación de seis nuevos gobiernos regionales y el propio carácter nacional de la campaña, vaticina un cambio de ciclo político en el país en las generales de diciembre. Se confirma la ola azul que se anunciaba desde Génova.
Un primer análisis de urgencia de los resultados de los comicios destaca el fuerte crecimiento del partido que preside Alberto Núñez Feijóo (en parte gracias a la desaparición de Ciudadanos), una caída importante de los candidatos de Pedro Sánchez, la incursión de Vox en el podio la primera vez que presenta candidatos en toda España y el terrible daño sufrido por los grupos a la izquierda de los socialistas, cuya división les ha castigado de forma notable y ha contribuido a la pérdida de ayuntamientos y gobiernos autonómicos por parte del PSOE.
A falta de conocerse los resultados definitivos de las municipales y autonómicas de ayer domingo (y, sobre todo, la posibilidad de cerrarse pactos), el Partido Popular asegura haber cumplido sus dos objetivos declarados en campaña: obtener más votos totales que los socialistas y recuperar ayuntamientos y gobierno regionales controlados durante años por el PSOE.
Los mayores éxitos obtenidos por el grupo conservador son, sin duda las comunidades de Madrid (mayoría absoluta), Valencia (triunfo sobre la macrocoalición de izquierdas) y algunas otras regiones históricamente socialistas, como Baleares, Aragón, La Rioja, Castilla-La Mancha o Extremadura. En cuanto a las alcaldías, el PP gana un buen número de las grandes capitales de provincias, incluidas Madrid, todas las capitales andaluzas, Valencia, Alicante, Zaragoza, Valladolid y otras destacadas.
En esta ocasión, es razonable hacer una lectura nacional de los resultados de ayer, porque la propia campaña se ha celebrado en esos términos. Sánchez y Feijóo se han volcado en mítines por todo el país, en una lucha de no candidatos que más se parecía a un plebiscito que a unos comicios regionales y municipales. Y las cifras apuntan claramente a un cambio de ciclo, no se sabe si un tsunami, porque algunos de los caladeros tradicionales del PSOE ya han mostrado su rechazo a las políticas planteadas por el Gobierno de coalición de España, haciendo un daño irreparable a sus candidatos locales y regionales. Además, no hay que olvidar que tres de las comunidades autónomas controladas por el PP representan más de un tercio de los escaños totales del Parlamento español: Andalucía (63), Madrid (37) y Valencia (33).
Lo que es indiscutible, a estas alturas, es que el ganador de las elecciones ha sido Alberto Núñez Feijóo y el perdedor, Pedro Sánchez. Con el líder del PP, que se trasladó a Madrid hace apenas un año, han ganado otros líderes regionales y municipales, tanto del sector más derechista, como aquellos más centristas. Por parte de los socialistas, el desgaste de casi cuatro años de gobierno y los pactos indeseables e indeseados, han castigado a buena parte de los barones del PSOE, tras un protagonismo e hiperliderazgo excesivo del presidente.
A partir de hoy, se empezará a especular sobre los pactos necesarios para que se produzca ese cambio de ayuntamientos y gobierno regionales. Y en la mayoría de los casos, el protagonismo de Ciudadanos y de Unidas Podemos para cerrar estos acuerdos hace apenas cuatro años han desaparecido, dando a paso a Vox, que se convierte en tercera fuerza política en buena parte del país y que ya ha anunciado que hará valer su fuerza a la hora de facilitar gobierno al PP. La presión del partido de Santiago Abascal tendrá menos influencia en los ayuntamientos, porque el sistema permite gobernar al candidato más votado sin mayoría absoluta.
De nada vale llorar por la muerte de las mayorías absolutas en la mayoría de las regiones y ciudades de España. Hace tiempo que nuestro país es pluripartidista y los acuerdos formar ejecutivos son imprescindibles. Ni el PP ni el PSOE los desean, pero los socialistas se han embarcado en todo tipo de alianzas para llevar y permanecer en el poder y los populares no tienen más remedio que pactar con Vox.
En ese contexto, lo que tienen que hacer Feijóo y los líderes del PP es marcar los límites que no deben sobrepasar en la negociación de esos acuerdos y, por supuesto, elaborar el relato de la inevitabilidad de las coaliciones en la España de hoy. Si lo hacen así, podrían no sufrir un castigo en diciembre.
En cuanto a los socialistas, una vez reconocida la derrota sin paliativos en las elecciones de ayer y la pérdida de poder en regiones y ciudades, deben de hacer una reflexión profunda sobre las razones del fracaso. Sánchez ha perdido su conexión con los ciudadanos y ha errado en algunas de sus decisiones esenciales forzadas por sus socios independentistas. El PSOE debe ser consciente de que ayer se ha recuperado además la frontera entre socialistas y populares, que no existía desde el nacimiento de UPyD, primero, y Ciudadanos, después. El presidente tiene la opción de intentar recuperar el voto de centro izquierda, al que ha abandonado por la fuerza centrífuga de sus socios de gobierno.
Finalmente, los resultados de ayer muestran un monumental batacazo de los grupos a la izquierda del PSOE (Podemos se ha quedado fuera en varias regiones y ayuntamientos). Los egos y las luchas por el poder y el dinero de la financiación electoral han llevado a Yolanda Díaz y Pablo Iglesias a presentar candidaturas divididas y enfrentadas, y todos han salido perdiendo (además del PSOE). Si Sumar y Podemos quieren volver a ser la tercera fuerza electoral no les queda más remedio que presentarse unidos. En caso contrario, seguirán avanzando hacia la irrelevancia.
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