- BACHE/ Los datos de paro y afiliación constatan la desaceleración del mercado laboral, aunque en términos desestacionalizados sigue creciendo. La crisis castiga al colectivo de autónomos, que pierde 20.800 cotizantes.
J. Díaz. Madrid
El Gobierno insiste en ver la botella del mercado laboral más llena que vacía, hasta el punto de que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, llegó a decir ayer que el mes pasado fue el “mejor enero” de la historia en creación de empleo. Lo hizo con los datos de afiliación y paro registrado recién salidos de los hornos de la Seguridad Social y el Ministerio de Trabajo, que arrojaron la destrucción de 215.047 empleos y 70.744 desempleados más en el primer mes del año.
Es cierto que enero suele ser un mes tradicionalmente negativo para el mercado de trabajo por el final de la campaña de Navidad, que cada año envía a decenas de miles de trabajadores a las listas del paro. Pero también lo es que la tendencia en la creación de empleo, que ha mostrado una notable resiliencia hasta ahora, se ha desinflado en los últimos meses, acusando el impacto de la desaceleración económica inducida por la guerra en Ucrania, la carcoma inflacionista y la incertidumbre a corto y medio plazo. Un giro que ya anticipaba la última EPA, con la destrucción de casi 82.000 empleos en el cuarto trimestre del año pasado, dejando patentes los síntomas de agotamiento del mercado laboral.
De hecho, solo en el último día laborable de enero se dieron de baja 164.300 cotizantes frente a los 48.510 que se dieron de alta. El resultado fue una “destrucción neta de empleo el último día del mes de 115.800 personas, el 0,6% del total de afiliados a la Seguridad Social”, subrayó ayer BBVA Research.
En este contexto, los más de 215.000 cotizantes perdidos en enero superan con holgura los 197.750 ocupados menos del mismo mes del año pasado, aunque están por debajo de los 218.953 puestos de trabajo destruidos en 2021 y, sobre todo, de los 244.044 de 2020, un mes antes de que el Covid provocara un terremoto económico. Sin embargo, es un dato peor a los registrados entre 2015 y 2019, cuando la economía española estaba en plena recuperación tras la tormenta financiera.
Con este telón de fondo, en el que la ralentización del empleo empieza a ser palpable, la Seguridad Social dio carpetazo a enero por encima de los 20 millones de afiliados (20,08 millones, concretamente), cima histórica que coronó en abril pasado y que ha logrado mantener desde entonces, aunque con el registro más bajo desde esa fecha (20,01 millones). Para el ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, “hemos arrancado el año bien”, afirmó ayer, aferrándose una vez más a los datos desestacionalizados, que muestran un aumento de 57.726 afiliados. Ese dato recoge el cambio metodológico aplicado por la Seguridad Social desde este mes, que incluye “nuevos factores de desestacionalización mensuales”, y que ha sido (y sigue siendo) objeto de controversia porque se produce en pleno enfriamiento económico y en el contexto de un año marcadamente electoral. De hecho, los cálculos del departamento que dirige Escrivá no coinciden con los efectuados por las casas de análisis. Así, BBVA Research estima que, en términos desestacionalizados, el empleo habría aumentado en 47.000 personas, mientras que Funcas eleva esa cifra a 49.000, en ambos casos por debajo del dato de la Seguridad Social. El desconcierto cunde. El consejero de Economía y Hacienda de Madrid, Javier Fernández-Lasquetty, urgió ayer al ministro Escrivá a aclarar unos datos que calificó de “confusos” porque “no hay manera de leer estas cifras y de entender cuál es la realidad laboral de España”.
De los 215.000 empleos destruidos en enero, más de un tercio correspondió a la hostelería (43.118 ocupados menos) y el comercio (–39.613), dos de los sectores más estacionales, a los que se añade la pérdida de 42.068 cotizantes en las actividades administrativas y de servicios auxiliares. Ni siquiera el empleo público aportó en esta ocasión, con la evaporación de 12.555 afiliados en la Administración Pública y otros 17.329 en las actividades sanitarias y servicios sociales. La crisis está castigando especialmente a los autónomos, que perdieron 20.800 cotizantes (a razón de 671 diarios), el peor dato desde enero de 2012, en medio de las advertencias de la Federación ATA y de la patronal CEOE sobre los efectos nocivos en los negocios y en las empresas del aumento de los impuestos, de las cotizaciones sociales y de las cargas salariales (el Gobierno acaba de anunciar la subida del SMI hasta los 1.080 euros mensuales), un cóctel envenenado para “la creación y el mantenimiento del empleo”.
La destrucción de empleo en enero tuvo su reflejo en el paro registrado, que aumentó en 70.744 personas, muy por encima de los 17.173 desempleados más del mismo mes del año pasado, hasta superar los 2,9 millones. Todavía sigue por debajo de la fatídica cota de los 3 millones, que se dejó atrás en abril pasado, pero esto puede ser un espejismo estadístico, ya que Trabajo sigue sin especificar qué proporción de fijos discontinuos están inactivos pero no constan como desempleados. Algunas entidades los cifran en más de 500.000, lo que llevaría la cifra real de paro hasta los 3,4 millones.
En este contexto, en enero se firmaron 1,2 millones de contratos, casi un 25% menos que en enero del año pasado, otro dato que abona la tesis de la ralentización, de los que menos de la mitad, 530.306 fueron indefinidos y de estos, 173.968 fijos discontinuos. Los contratos temporales ascendieron a 670.443, el 55,8% del total, aunque siguen reduciendo su peso desde la entrada en vigor de la reforma laboral. El desempleo creció en todos los sectores menos en la construcción (cayó en 3.111 personas), con los servicios a la cabeza, que enviaron a 70.759 personas a las oficinas del paro. En la agricultura los desempleados crecieron en 1.457 y en la industria, en 408. Por CCAA, el paro registrado solo descendió en Baleares (–297). Andalucía, Madrid y Comunidad Valenciana lideraron el aumento del desempleo, con 21.048, 11.140 y 6.776 desempleados más.
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