Revista Caminos Andalucía, editada por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Andalucía, Ceuta y Melilla
- Tribuna de opinión firmada por Francisco Felipe Fernández Olmo, presidente de CEACOP
No espero que me digas ni que sí ni que no, sino que si quieres que te cuente el cuento… y así en los últimos años hemos visto cómo el Gobierno aprobaba unos presupuestos que daban la espalda a la recuperación económica y productiva de nuestra región.
A falta de unos días para conocer los presupuestos de la Junta de Andalucía para 2014, desde la obra pública nos tememos lo peor. Las cuentas del Gobierno central para el próximo año ya se han presentado y son demoledoras para la construcción. El Ejecutivo autonómico ya ha anunciado que sus recortes van en la misma línea, y subraya que, una vez más, las inversiones para infraestructuras serán las grandes perjudicadas de las cuentas públicas.
Y ésta no es la solución para que la actividad productiva y el empleo en Andalucía levanten cabeza. Es la receta que se ha seguido en los años más duros de la crisis, y no funciona.
En los últimos 4 años las administraciones han recortado en más de 3.600 millones de euros su inversión en obra pública. Hemos alcanzado las cifras más bajas de toda la serie histórica; sin embargo encabezamos el ranking de tasa de paro y destrucción de empresas.
Así, hoy por hoy la obra pública es un sector demonizado y dilapidado a partes iguales por parte de los gestores públicos. Demonizado porque en él se han centrado los recortes y ajustes presupuestarios. Y dilapidado porque lo han dejado hundirse, a falta de soluciones reales, concretas y efectivas.
En la región, la caída de la ocupación en este sector es del 63%. De hecho, en los últimos cuatro años se ha destruido más empleo del número de trabajadores que actualmente hay, llevando a la destrucción de mano de obra cualificada difícil de recuperar.
En cifras de puestos de trabajo supone que 300.000 profesionales han visto perder su empleo por falta de actividad y por el cierre de cerca de 30.000 empresas. Nos tememos que, muy probablemente, si no se toman otras medidas por parte de los gobiernos, a final de año no quedará vivo ni una tercera parte del sector.
Basta echar un vistazo a nuestras carreteras, a las ciudades, a los puertos y pensar ¿qué se está haciendo en este momento en la obra pública? La Administración tiene todas las actuaciones paralizadas, y no por falta de necesidad.
Estamos de acuerdo en que la coyuntura económica actual obliga a hacer ejercicios de austeridad. Pero también es el momento de que estos ejercicios vayan acompañados por decisiones de responsabilidad con nuestro patrimonio de infraestructuras.
Es necesario mantener todo lo que está construido para asegurarnos que las infraestructuras que tanto dinero PÚBLICO ha costado construir estén disponibles para su uso por la población. Como ejemplo, en la red viaria andaluza tenemos kilómetros de carreteras en estado casi ruinoso donde desde hace años no se actúa sobre este desgaste.
Desde el sector no entendemos cómo el Ejecutivo puede repetir una y otra vez que las políticas de empleo y sociales son prioritarias, cuando no garantiza los presupuestos necesarios para el mantenimiento de los puestos de trabajo.
Cuando se recorta en obra pública, la tijera deja en el aire la construcción de hospitales, colegios, carreteras, depuradoras… es decir, el conjunto de infraestructuras de base que vertebran el territorio y que sostienen el estado de bienestar.
No podemos olvidar otro patrimonio que los recortes públicos están sacrificando. Y es el de todas aquellas ingenierías y constructoras, así como sus profesionales, que se han creado en Andalucía al amparo de las infraestructuras públicas que se han construido, y que ahora dirigen su trabajo hacia mercados extranjeros para asegurar su supervivencia.
Nos encontramos por tanto en un escenario de trabajo con una salud crítica, a la que solo puede poner remedio la Administración. ¿Cómo? Atendiendo a las demandas reales de este sector, y reactivando su apoyo por la obra pública. Y para esto no hay que diseñar planes con nombres prometedores, véanse el caso de los planes de choque, presupuestos para la recuperación económica, y tantos otros. Tampoco hay que focalizar los escasos esfuerzos económicos en promocionar planes para la minoría centrados en infraestructuras para el ocio y populares.
Si los recursos económicos son escasos, vamos a trabajar juntos para diseñar una estrategia de infraestructuras medida y que responda a las demandas reales de la población. Porque a las constructoras e ingenierías ya se nos ha pasado el tiempo de escuchar más cuentos y promesas sin réplica, y no podemos esperar más para que se pongan en marcha proyectos para la recuperación de la obra pública.
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